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Originaria de la región del Mediterráneo, Quercus suber, conocida como alcornoque, es una de las especies más apreciadas en el mundo del bonsái por su resistencia y belleza. Sus hojas, que varían en tamaño y forma, pueden presentar tonalidades que van
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Luz solar: El alcornoque prefiere pleno sol para un crecimiento sano y vigoroso. Tolera algo de sombra parcial, pero el desarrollo puede ser más lento.
Riego: El suelo debe mantenerse ligeramente húmedo, evitando el encharcamiento. Se recomienda dejar secar la capa superior entre riegos para prevenir la pudrición de las raíces. Aunque el alcornoque es más resistente a la sequía que otros robles, en maceta necesita riego regular, especialmente durante los periodos de calor intenso.
Humedad: No es una especie muy exigente en cuanto a la humedad ambiental, aunque se beneficia de niveles moderados. Normalmente no es necesario recurrir a bandejas de humedad, salvo en entornos muy secos.
Poda: La poda es esencial para mantener la forma y la salud del árbol. Puede realizarse para estimular el crecimiento de nuevas ramas y controlar el tamaño. El alambrado debe hacerse durante la temporada de crecimiento, siempre con cuidado, ya que las ramas pueden ser frágiles.
Fertilización: Fertilice durante la temporada de crecimiento con un abono equilibrado, soluble en agua. Reduzca o suspenda la fertilización a finales del verano y en otoño, permitiendo que el árbol entre en dormancia.
Trasplante: Debe trasplantarse cada 3 a 5 años, preferiblemente en primavera, antes del inicio del nuevo crecimiento. Utilice un sustrato bien drenado, adecuado para especies de roble.
Crecimiento y corcho: El alcornoque es conocido por su corteza gruesa y por la producción de corcho. En condiciones naturales, puede tardar unos 25 años en producir corcho de calidad comercial, pero en bonsái este aspecto es únicamente ornamental.
Ficha técnica